Altar del monasterio de Belén
A tan solo 10 minutos del ajetreo de la ciudad se encuentra este espacio de paz que invita al sosiego y a la contemplación. El monasterio de Belén lleva décadas siendo el hogar de numerosas monjas de clausura, y de retiro para aquellos que durante algunos días quieren desconectarse del bullicio y las distracciones.
En la culminación de la avenida principal, la Avenida del Sol, se toma el Camino del cerro que dirige a Cerro de Oro y se sigue todo derecho hasta pasar la parroquia, la plaza y el pueblo. Cuando se termina el asfalto se continúa hacia el sur por calle de tierra durante 3 kilómetros, hasta llegar a Los mandarinos al 4000. Un gran pórtico de madera les indicará el ingreso al lugar.
Enmarcado de sierras y arbustos de especies nativas se alza el monasterio de Belén que se halla en un paraje llamado Rodeo de los cocos. Es un edificio caracterizado por su techo a dos aguas y su sencillez. Sus puertas permanecen abiertas al público en general y el único requisito para ingresar es hacerlo con el debido respeto y guardar silencio. En la entraba hay un cuaderno donde se pueden apuntar motivos de oración que luego son leídos por las hermanas de la orden, y también velas para aquellos que quieran prender una. Para asistir a la misa se recomienda averiguar días y horarios en la oficina de turismo ya que no se realizan todos los días. También existe la posibilidad de retiro espiritual con previa reserva.
Para los que quieran llevarse un recuerdo del lugar y colaborar con la misión de las monjas, pueden pasar por la tienda de artesanías que se encuentra a un lado del monasterio. Allí encontrarán imágenes sagradas elaboradas con distintas técnicas por las mismas hermanas y productos de elaboración casera. Es una propuesta diferente que puede enriquecer las vacaciones serranas de cualquier visitante.